Un error, dramático y casi fatal, señaló el nacimiento de Pablo Picasso. La partera, creyéndolo muerto, lo abandonó sobre una mesa; pero su tío, un médico que fumaba puros, lo revivió con una ráfaga del aire necesario (aunque lleno de humo) en sus pulmones.
Cuentan que Salvador Dalí fue a visitar una institución para enfermos mentales y pidió conocerlos. El director del centro abrió una puerta y dijo: "Este es Napoleón. Poco interesante". Fueron a otra celda: "Este es el Padre Eterno. Poco interesante". Y así hasta que abrió una celda y Dalí vio a un personaje con los ojos desorbitados y el cabello desordenado. "¡Éste, éste es un loco genial, se le nota enseguida!", dijo entusiasmado. "Pero, señor Dalí, aquí no hay nadie. Está usted ante un espejo".
Como si no tuviera todo lo demás en su favor, Leonardo da Vinci fue descrito por la gente que le conoció como “el hombre más bello que vivió jamás”.